Una búsqueda que llevaba 48 horas, un rastrillaje que demandó más de un día en un pozo de 60 metros de profundidad que se va angostando peligrosamente y que está en el fondo de la denominada “Casa del horror” de la Ciudad Córdoda, luego de que dos hermanos confesaran haber asesinado a su madre y a su tía y haber descartado los cuerpos en el aljibe del patio trasero. Y, entonces, el hallazgo. Primero de un cadáver, horas después del otro y un riesgoso trabajo de las autoridades que lograron dar con las dos víctimas de un escalofriante doble crimen.
Todo comenzó el domingo por la noche. Personal de la Policía Judicial de Córdoba, dependiente del Ministerio Público Fiscal, y agentes del Departamento Unidades de Alto Riesgo (DUAR) de la Policía provincial llegaron hasta un domicilio del barrio Autódromo, en el Noroeste de la ciudad capital, para buscar a dos hermanas: Ester (43) y Sara Castro (41). Ambas estaban desaparecidas desde hacía varios días.
El operativo surgió luego de la confesión de un joven de 20 años, quien dijo ante las autoridades que, junto a su hermano mayor de 24, habían asesinado a su madre y a su tía, y habían arrojado los cuerpos en un pozo profundo ubicado en la parte trasera de la casa, situada en Oscar Cabalén al 6.500.
Así, comenzaron los rastrillajes y el lunes, con la colaboración de los bomberos, se inició el descenso a ese pozo abandonado que oficia de aljibe y que tiene cerca de 60 metros de profundidad.
Este martes por la mañana, minutos antes de las 11, se produjo el hallazgo del primer cuerpo. Estaba a 52 metros de profundidad. Utilizando cuerdas y poleas, los brigadistas, que debieron descender con oxígeno, tuvieron que realizar un arduo trabajo para llegar hasta allí. Según describieron, la boca del pozo es de 1.50 metro de diámetro, pero luego se angosta, a tal punto de ser de menos de 60 centímetros.
Además, “presenta una curva entre los 25 y 30 metros, por eso las tareas debieron ser prolijas, el personal que bajó lo hizo con indumentaria apropiada y con equipos de respiración autónomos, que les permitieron, aproximadamente, unos 45 minutos a cada personal que ingresó”, detalló el jefe de DUAR, Sergio Cravero, en diálogo con la prensa local.
El otro cadáver se encontró unos metros más abajo del primero, y tres horas después. Ambos se hallaron íntegros. Es que las sospechas era que las dos hermanas habían sido descuartizadas.
Los cuerpos de las víctimas fueron trasladados a la morgue judicial, donde se realizarán las autopsias correspondientes. Todavía se desconoce cómo fueron asesinadas Ester y Sara. Mientras tanto, el personal policial y los peritos continuaban hacia esta noche trabajando en la escena del macabro hallazgo, buscando otros elementos que pudieran ser de interés para la investigación.
En los rastrillajes del lunes, los policías habían hallado en el viejo aljibe bolsos que tenían ropa, documentación y carcasas de celulares en su interior. En tanto, en la propiedad, se encontraron palas, machetes, hachas y una maza con manchas, aparentemente de sangre. Todos los objetos serán analizados por los peritos.
La investigación del caso se inició después de que el pasado sábado por la tarde, Ismael Castro (20) y su hermano Esteban (24) fueran interceptados por una patrulla en medio de una escena sospechosa: caminaban por la ruta de las Altas Cumbres, acompañados de una adolescente de 17 años, dos nenes de 12 y 6 y un bebé de 9 meses.
Los Castro le explicaron a la Policía que caminaban por la ruta porque su objetivo era irse de vacaciones hasta la localidad de Mina Clavero. Señalaron que el viaje lo habían iniciado en un remís, pero que luego de una discusión por la tarifa con el chofer, se bajaron en medio del camino. Además, le aportaron a los agentes la dirección de su casa -donde luego se realizaron los rastrillajes- y el teléfono de su mamá, Ester.
La explicación les resultó insuficiente a los policías y trasladaron al grupo familiar hasta la comisaría de Villa Icho Cruz. Allí, los agentes contactaron a un tío de los menores para que los fuera a retirar. El hombre se hizo cargo de los más chicos y llevó a los más grandes hasta el domicilio donde vivían. Allí notó que no había rastros de Ester ni de Sara. Habló con los jóvenes y fue allí que le contaron lo que habían hecho.
El hombre, espantado, acudió a las autoridades y dijo que Ester y Sara estaban desaparecidas y que creía que sus sobrinos las habían asesinado. Cuando llegaron a la casa, los jóvenes no se resistieron y admitieron el doble crimen, mientras que la adolescente de 17 años, aparentemente, les contó con más detalles lo que habían hecho.
Según Cadena 3, la chica dijo que los asesinatos, supuestamente, ocurrieron el 24 de septiembre en medio de una discusión. Habló de machetes, golpes y sangre. La testigo quedó detenida como encubridora.
Un vecino del barrio contó esta tarde a la prensa local que en el domicilio investigado convivían “varias personas de una misma familia”, a quienes describió como “muy raras”, ya que “no mantenían contacto social, vivían encerrados y aparentemente practicaban algún rito religioso extraño”.
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